sábado, 26 de diciembre de 2009

CONTINUACION DE LAS CASAS DE PARIAN.


Ahora tenemos la casa contigua a la de don Gabino y se trata de una casa que perteneció a doña Julia Hernández, siendo ella una persona a la que no recuerdo bien a bien, solo recuerdo que ahí vivía con sus hijos Rafael y Daniel, siendo este último el actual Agente Municipal del pueblo y un exitoso empresario en el ramo restaurantero en la ciudad de Oaxaca. En Parián tenían un negocio que ocupaba la parte frontal de su casa y tengo muy presente que ahí fué donde vi por primera vez una rockola. Cada vez que en casa me mandaban a comprar algo, trataba de comprarlo con doña Julia solo con el único fin de ver como funcionaba la rockola, me impresionaba muchísimo ver como se movía el brazo que tomaba los discos y era para mi algo maravilloso e inexplicable como le hacía esa máquina para escoger la canción que alguien escogía. Siendo un niño de muy poca edad y además provinciano, el aparato ese me traía loco y podía pasarme horas viéndolo funcionar.
Finalmente ellos también salieron del pueblo quedando su casa cerrada durante muchos años, hasta que en una época allá por los años cincuenta, Leoncio Reyes (QEPD) se puso ahí con un tocadiscos, que por aquel entonces se pusieron de moda en el pueblo. Era Leoncio un personaje muy singular, simpático y bromista, pero esa es otra historia ( como decía en un comercial una señora, que por cierto es la que sale como cantinera de El Farolito en la película que se filmó recientemente en nuestro querido Parián.) y que a su debido tiempo escribiré en este blog.
Pasemos a la casa que sigue,mejor dicho que seguía porque actualmente ya no existe y ahora en su lugar está una construcción nueva y que pertenece , me parece, a Gustavo Bravo Gómez.
En ese lugar estuvo una casa que la recuerdo cerrada hasta que fué adquirida por don Roberto Bravo y no sabía quien era su propietario original hasta hace apenas unos meses que me encontré con Emma Bravo y ella me comentó que su papá se la compró a don Vicente Ceballos.
Esta casa se puede ver en una foto publicada en este blog con el título de Una vista de Parián en los Sesenta y tiene una anotación referente a ella.

Haciendo un paréntesis, a continuación verán una opinión que de los oaxaqueños, como somos los de Parián, tiene un polémico personaje que ha recorrido gran parte de nuestro estado. Espero que la lectura de este texto sea del agrado de ustedes.

En marzo de este año concluí mi recorrido por los 2 mil 38 municipios de régimen de partido del país, con ese motivo elaboré un texto llamado El país desde abajo: Apuntes de mi gira por México. El 20 de noviembre terminé de visitar los 418 municipios indígenas, de usos y costumbres, del estado de Oaxaca; y ahora hago este relato para compartir mis reflexiones y, al mismo tiempo, rendir homenaje al gran antropólogo social Guillermo Bonfil Batalla, defensor del México profundo y creador de ese concepto.

Desde finales de julio viajé por las ocho regiones de Oaxaca: la Mixteca, la Cañada, el Papaloapan, la Sierra Norte, la Sierra Sur, la Costa, el Istmo y los Valles Centrales. Durante este tiempo sólo estuve en la ciudad de México los lunes porque, de martes a domingo, iba a Oaxaca. Por lo general tomaba como base una ciudad o pueblo grande, situado estratégicamente, y de allí me desplazaba a diario para llevar a cabo asambleas informativas en municipios cercanos. Salía muy temprano en la mañana, celebrábamos en promedio seis reuniones y regresaba por la noche. En total, recorrí 25 mil kilómetros, la mayor parte de terracería.

Aunque hubo algunos incidentes –casi todos provocados por órdenes de Ulises Ruiz Ortiz a través de sus delegados de gobierno regionales, una especie de jefes políticos del Porfiriato–, en todos lados nos recibieron con bandas de música y nos trataron con respeto y afecto. Me dieron la confianza al entregarme bastones de mando, de investirme con camisas de tatamandón, me pusieron coronas y collares de flores y, como es propio de esta gente buena y generosa, me regalaron tortillas, totopos, panes, quesos, miel, chiles, frutas, café, chocolate, mezcal, sombreros, huaraches, petates, jorongos, paños, vestidos bordados, tapetes, cerámicas, pinturas, alebrijes y esculturas.

Podría contar muchas cosas extraordinarias que apunté en mi diario acerca de cada uno de los pueblos, pero sólo me ajustaré a tratar en cuatro capítulos esta gran experiencia: la cultura, la pobreza, el mal gobierno y las posibilidades de un cambio democrático verdadero con una propuesta de desarrollo y bienestar.

La Cultura

Contrario a la mala costumbre de hablar de la cultura siempre al final, en este caso, definitivamente no es posible. Si la realidad nacional no se entiende a cabalidad sin tomar en cuenta la idiosincrasia de los pueblos, menos podría comprenderse lo que sucede en Oaxaca sin partir de su gran riqueza cultural.

El de Oaxaca es uno de los pueblos más cultos del mundo. En esta porción del territorio nacional se conservan valores, costumbres, tradiciones comunitarias, lenguas y organización social, heredadas de la gran civilización mesoamericana.

La pregunta obligada es por qué en Oaxaca, más que en otras partes del país, se ha podido preservar tan viva la cultura originaria. Aunque la respuesta amerita un amplio estudio antropológico y, desde luego, ese no es mi propósito, sí puedo plantear algunas hipótesis sobre los factores que hicieron posible esta continuidad a través de los siglos. Debe considerarse que, al momento de la invasión europea, los pueblos de Oaxaca mantenían un alto grado de desarrollo; que la colonización fue menos brutal que en otras regiones del país, entre otras cosas, por la poca relevancia que alcanzó la minería, que implicaba una mayor sobrexplotación del indígena en los lugares donde abundaban los metales preciosos. También pudo haber ayudado que en vez de la esclavitud, se impusiera el sistema de encomienda, que significaba pagar una renta o tributo al conquistador, pero sin que perdiera la comunidad el dominio sobre las tierras. Tal vez pudieron haber influido otras causas como el hecho de que la evangelización estuvo a cargo, fundamentalmente, de los dominicos, más respetuosos de los derechos indígenas. Y es muy probable que haya sido decisiva la resistencia de los pueblos ante la dominación colonial.

Lo que sí sabemos es que en Oaxaca, como en ningún otro estado del país, desde hace 500 años, los pueblos han mantenido la posesión de las tierras. A diferencia de otros lugares, no predominaron las haciendas con peones acasillados. Pese a los cambios que se registraron después de la Independencia, la Reforma y la Revolución, en la práctica, no se modificó la estructura agraria. Como consecuencia, actualmente es el estado con más propiedad social. De los 9 millones 400 mil de hectáreas de su territorio, 62 por ciento son tierras comunales, 23 por ciento son ejidos y sólo 15 por ciento propiedad privada.

De modo que a pesar de la dominación occidental, la posesión de la tierra a lo largo de la historia ha sido un factor decisivo en la conservación de la cultura de los pueblos. El control del territorio no sólo ha permitido la subsistencia sino sostener una relación de armonía con la naturaleza, mantener la medicina tradicional y conservar ceremonias, mitos y leyendas. Hay que tener en cuenta que los indígenas no conciben la tierra como una mercancía; es mucho más que eso: es la vida misma y el centro del universo.

Hoy, a pesar del proceso de aculturación o desindigenización impulsado por la ideología y el racismo dominantes, existen 16 grupos étnicos: zapotecos, mixtecos, huaves, mixes, chinantecos, cuicatecos, amuzgos, chatinos, chochos ixcatecos, mazatecos, chontales, nahuas, triquis, zoques, popolocas, además de los afromexicanos de la región de la Costa. En total, hay cerca de dos millones de indígenas, que representan 60 por ciento de la población del estado.

Cada pueblo tiene características culturales particulares y expresiones lingüísticas diferentes. Por ejemplo, los zapotecos viven en la Sierra Norte, la Sierra Sur, los Valles Centrales y el Istmo de Tehuantepec, con diferencias culturales muy acentuadas. En la misma Sierra Sur es diferente el zapoteco que hablan los pueblos de Ozolotepec que el utilizado en la zona de Los Loxichas.

En general, se practica el trabajo colectivo y funciona el gobierno comunitario. En casi todos los pueblos la gente coopera y aporta tequio en beneficio de la comunidad. Todos aceptan participar en jornadas de trabajo para la construcción y mantenimiento de caminos, la edificación de escuelas, la reparación de templos y la reforestación de los bosques, entre otras actividades. En este mundo prácticamente no existe la noción del salario. Prevalece la ayuda mutua (la gozona), todo se retribuye sin dinero de por medio. Inclusive, todavía en algunas partes, el mercado se realiza a través del trueque.

En cuanto al gobierno de los pueblos es la asamblea comunitaria el órgano de decisión más importante. Ahí se elige a las autoridades que duran en su encargo entre uno y tres años. Los funcionarios no cobran. Hay un auténtico servicio civil de carrera. Se empieza desde joven como topil o policía, luego se va ascendiendo a teniente, comandante, mayor de vara, regidor de educación, de obra pública, de hacienda, hasta llegar a alcalde, síndico y presidente municipal. Al concluir sus cargos pasan a ser caracterizados, a formar parte del Consejo de Ancianos o Tatamandones. Todos los miembros de un pueblo tienen el deber de servir a la comunidad. Si son elegidos para cargos administrativos o como mayordomos en fiestas patronales, se les llama y tienen que cumplir, no importa que trabajen en el extranjero o en otra parte de la República.

La aceptación de estas normas es lo que les permite mantenerse como miembros de la comunidad y, al mismo tiempo, significa la posibilidad de la realización personal. La participación voluntaria es posible porque existe la convicción de que lo más importante es la convivencia colectiva. No domina el individualismo; la persona no vale por lo que tiene o por los bienes materiales que acumule sino por el prestigio que logra después de probar su vocación de servicio, su rectitud y el amor a sus semejantes. La autoridad, en el sentido amplio, se adquiere cuando una persona ha desempeñado todos los cargos del escalafón hasta llegar al más alto: es entonces cuando ingresa al grupo de los principales y obtiene el mayor grado de respeto o reconocimiento.

Es tan profundo y satisfactorio vivir de esta manera, que un migrante hace todo lo posible por regresar periódicamente a su comunidad y no hay oaxaqueño que no mantenga la ilusión de volver, algún día, a su pueblo. A la fiesta religiosa llegan de distintas regiones del país y del extranjero para reafirmar su identidad en un ambiente de auténtica fraternidad.

Aunque en todas partes se mantiene un gran orgullo por la cultura y la historia, en particular, recuerdo lo que me expresaron mixes de Totontepec acerca de que gracias a sus valores y a su organización comunal nunca se había registrado ningún asesinato; o la manera tan solemne con que me explicaron su sistema de gobierno los chinantecos de Pedro Yólox; o la importancia que tiene para los mixtecos de Santiago Nuyoo el reconocimiento oficial a José Remigio Sarabia, el Indio de Nuyoo, a quien un párroco le quitó a su mujer y se la llevó a Huajuapan. Al salir a buscarla, se enroló en las filas independentistas, cobrándose la afrenta y prestando el servicio de ir por Morelos a Chilapa, Guerrero, para que les ayudara a romper el sitio realista y liberar a Huajuapan.

La portentosa cultura de los pueblos de Oaxaca está llena de valores. Existe una profunda vocación por el trabajo, hay creatividad, bondad y respeto a las mujeres, a los ancianos y a los niños. Algo que no se sabe es que los pueblos de Oaxaca son de los más limpios de México. En todos lados, hasta en los caminos, hay recipientes, cubetas, costales, cajas o bolsas amarradas a palos para depositar la basura. Hay letreros para no contaminar los ríos y arroyos con detergentes o fertilizantes químicos. Además es un pueblo con mucha conciencia ecológica, como se refleja en un fragmento de un escrito que me entregaron zapotecos de San Pedro Mixtepec, en el distrito de Miahuatlán:

“Nuestro pueblo está situado bajo las montañas. En la actualidad cuenta con gran extensión de bosques vírgenes. Una laguna está sobre la montaña, aproximadamente a 3mil 700 metros sobre el nivel del mar, desde tiempo inmemorial, nuestros abuelos la conocían con el nombre de ‘La Laguna Encantada’. En ella viven los ‘mitos y ritos de nuestro pueblo’. Además, cerca de ahí está el lugar de ‘pedimento’. Para nosotros allí está nuestra vida, está la plenitud, está la presencia de ‘Dios’. Por todo esto, nuestros ancestros nos legaron el territorio que nos corresponde en el presente y en el futuro. Sabemos bien que la tierra es nuestra madre, ella nos proporciona todo para la vida. La tierra es el sostén de toda la naturaleza, por esta razón no debemos desnudarla, quiere decir: no talar el bosque inmoderadamente ni provocar incendios. En cambio, si actuamos de manera razonable, estamos conservando un espacio para que las futuras generaciones vivan con dignidad y autonomía”.

En suma, en Oaxaca hay una gran reserva moral y cultural para la regeneración del país. Así como en las comunidades se conservan semillas orgánicas y variedades de maíz que forman parte de la gran riqueza genética de México, allí también existe un modo de vida alejado de la ambición, de la codicia y del odio. Por ello, estoy convencido de que es posible enfrentar la actual decadencia tomando en cuenta los valores del México profundo; es decir, con una modernidad forjada desde abajo y para todos.

Y PARA FINALIZAR ESTA ENTREGA, PARA TODOS LOS QUE VEAN ESTE BLOG, UNA SINCERA FELICITACIÓN PORQUE LA NAVIDAD Y EL AÑO NUEVO TRAIGAN FELICIDAD A TODOS POR IGUAL.

domingo, 13 de diciembre de 2009

CONTINUACION DE LAS CASA DE PARIAN

La casa que sigue a la de la familia Ayala Reyes es la que perteneció a don Gabino Cruz. En esta casa estuvo el billar del pueblo, algo que muchos recordarán seguramente con mucha nostalgia al evocar esas tardes y noches en que el local se veía repleto de gente que lo mismo se divertía jugando pool que viendo lo reñido de los juegos que en esa mesa se llegaban a dar, tan disputados eran que algunas veces terminaban a golpes y la policía tenía que intervenir para poner paz. Los pleitos que ahí se originaron nunca pasaron de ser pleitos a mano limpia por lo que no se llegó a lamentar ningún hecho de sangre. Este billar permaneció abierto hasta la muerte de don Gabino.
Combinado con la atención al billar, también este local fué el expendio autorizado de la Lotería Nacional en donde se vendían los billetes para todos los sorteos que en ese entonces existían y a donde llegaban las campañas de publicidad que hacía la Lotería y que eran muy creativas. Recuerdo alguna vez que regalaban máscaras de brujas en apoyo a un sorteo importante o a aquel en que se celebraba el centenario de la creación del Himno Nacional y regalaban un cuaderno con imágenes muy bellas de cada estrofa del Himno. Lo que si nunca supe fue que alguien le pegara al "Gordo". Aqui en esta casa fué también en donde inició su negocio un señor de nombre Angel Flores y que llegó a ser de cierta importancia.
Fueron Maurilia, Ismael, Fidelfa, Lelo, Esperanza, Guadalupe e Inocente todos de apellidos Cruz Ochoa los descendientes de Don Gabino de cuya esposa no tengo datos pues no la conocí .
Actualmente esa casa está siendo reconstruída por los descendientes de esa familia conservando la estructura original que don Gabino le dió, lo que a mi parecer es muy bueno pues ayuda a conservar el aspecto original del pueblo. Desde estas líneas le mando un saludo muy afectuoso a Chente, a Esperanza, a La Morena, a Ana María (Lupita) a Chona, a María del Carmen, a Paco, a Lucía, a Cristóbal y a Luis, todos ellos a partir de Chona, hijos de doña Maurilia y aparte del saludo un reconocimiento por el entusiasmo y apoyo que han dado a nuestro querido Parián

CONTINUACION DE LAS CASA DE PARIAN