viernes, 1 de julio de 2011


Llegamos ahora a la emblemática Casa Muro, al lugar en donde estuvo el imperio mercantil de Don Graciano Muro, un establecimiento comercial al cual no vi en su época de auge, pero viendo sus instalaciones era fácil imaginarse el gran generador de riqueza que fué ese negocio. Tenía al frente un corredor con piso de cemento y protegido por un techo de lámina soportado por unos fuertes tubos de metal y en la pared recuerdo figuraban tres círculos grandes que al centro tenían, pintadas, unas barras de jabón "corriente", como llamábamos al jabón para lavar, con sus respectivos nombres comerciales que eran uno Coyote, otro Lobo y el más famoso de todos, el muy conocido OCTAGON . En el interior de la tienda estaba el largo mostrador para atender a la clientela, que era de madera con superficie de lámina claveteada con clavos de cabeza cónica, sobre el mostrador un exhibidor de dulces y chocolates de La Colonial y al lado, una impresionante caja registradora marca National, que me causaba mucha admiración ver como alguien sabía manejar ese aparato que se veía tan majestuoso y complicado por su montón de teclas y palancas de diferentes colores y números. Mas admirable era la parte en que estaba la oficina, con su reja de fierro negro con remates plateados y los escritorios, muy severos en su estilo y esas sillas de madera con descansa brazos y un cojín en el asiento, las negras máquinas de escribir Remington, la gran caja fuerte, negra y sólida con un paisaje pintado al frente y las letras doradas de su marca. Del techo pendían cables blancos torcidos a manera de cuerdas terminando en una pantalla blanca que albergaba un foco, ya que en un tiempo había luz eléctrica, algo que yo ya no ví. Pero si la recuerdo muy iluminada con las susurrantes lámparas Coleman de gasolina, con su luz muy blanca y cálida y saliendo por las tres puertas haciendo un cuadro en el corredor. Y ahí, por las noches era el aposento de muchos arrieros que lo tomaban para pasar la noche en espera del tren Nocturno que pasaba por la mañana. Era interesante observar a tanta gente que ahí improvisaban su campamento, prendiendo lumbre en sus anafres para preparar su cena y el aire se llenaba de olor a carne seca asada, chiles puestos al fuego y un fuerte olor a café hirviendo, así como oír los diferentes dialectos que usaban en sus alegres pláticas y en algunas ocasiones , al compás de guitarras o violines, hermosas canciones originarias de la región de la que venían.
Todavía me tocó ver bastante movimiento en esa tienda en la cual trabajaban varios empleados, que laboraban de martes a domingo y el lunes era su día de descanso por lo cual esa tienda y todo el comercio local cerraban sus puertas dando así oportunidad tanto a empleados como patrones de disfrutar de un día de descanso ocasionando con eso que se organizaran paseos o reuniones que alegraban por un momento al pueblo.
La época de la cual estoy hablando, es posterior al fallecimiento de Don Graciano, personaje al que no conocí, por lo que al frente de su negocio se encontraba un administrador al cual con alguna frecuencia, hacía visitas la viuda del Sr. Muro, lo que constituía todo un acontecimiento al llegar la señora en el "Pasajeros de la mañana y regresar a Oaxaca por la tarde.
No se cuantos administradores tuvo este negocio, pero recuerdo muy bien al último que estuvo, quien era un señor originario de Nochixtlán llamado Eduardo Fajardo y que llegó a Parián con su familia, de la cual daré detalles cuando lleguemos a la casa que habitaron.
Para cuando el negocio ya no era tal, sus propietarios decidieron cerrarlo y así permaneció durante muchos años y nunca mas volvió a funcionar como negocio.Este edificio fue usado temporalmente por una persona que llegó al pueblo en busca de oro y ahí beneficiaba el mineral que llegaba a encontrar,el cual no debió haber sido mucho ya que al poco tiempo se fué y la casa se volvió a cerrar hasta que allá por los años sesentas, la finca fue adquirida por Erubiel Ayala Reyes quien es actualmente su propietario, usando parte del terreno para construír una casa, demoliendo una parte de la construcción original de la cual queda hoy solo una parte . En el lado de atrás, también había un corredor con las mismas características que el de enfrente, solo que con el piso pulido y el cual era usado como pista de patinaje y los domingos durante gran parte del día para recibir y empacar todos los productos de palma que bajaban a vender los habitantes de muchos pueblos circunvecinos.
Hoy ya todo lo que fué la Casa Muro es solo historia y recuerdos de la gente que lo vivió. Fue la empresa mas importante que vió Parián en aquellas épocas que ostentaba con orgullo la denominación de ser El Puerto de la Mixteca.

Y la foto que aparece ahora es precisamente de esos tiempos. En ella vemos la celebración de una boda y parte de la fachada original de la iglesia de la localidad.